Hay un punto en tu vida, en el que te das cuenta: quién importa, quién nunca importó, quién no importa más, y quién siempre importará. De modo que no te preocupes por la gente de tu pasado , hay una razón por la que no estarán en tu futuro.


lunes, 27 de mayo de 2013

“Melendi, pide a la luna que nos alargue esta noche”

Si quisiéramos podríamos resumir la crónica de sus conciertos con los piropos, bondades y parabienes que sus leales guerreros le dedican, sería un compendio de todo lo que el artista asturiano ofrece en sus conciertos: “es lo más, lo mejor”, “a mí me vuelve loca este hombre, ahora y siempre”, “venimos de Zaragoza, para apoyarlo, llegamos a las seis de la mañana”, “guerrera fiel porque no cambia y sigue tan transparente como siempre”, “¡Melendi, llamamé 659 …!”, “ha estado genial”, “es diferente a todos”…, pero trataremos de aportar alguna melodía más aunque con el de Oviedo siempre Llueve a gusto de todos. Lo cierto es que es un artista muy completo: ingenioso compositor, singular cantautor y un intérprete de raza diferente. Si algo le hace terriblemente magnético, es su marcada personalidad que impregna sus actuaciones de un halo especial, enigmático y atrayente. Indudablemente su buena percha le ayuda –bien proporcionado y con un físico que da la nota- pero es su ADN poliédrico –de complejos, debilidades y maldades- lo que le hace sobresalir del resto de las estrellas musicales. Y ahí está la grandeza de Melen, convertir sus “traumas” en su mejor partitura. Con los años sus acordes suenan con más aplomo, con la profesionalidad que le dan las tablas y con la seguridad de saberse tatuado por un talento genuino. Ahora, su voz  grave nos llega más matizada,  sus gestos rápidos, sensibles, en ocasiones bruscos, otras veces imprevisibles lo convierten en un artista de pura sangre indomable, que solo atiende a los acordes de sus músicos. Y así lo demostró una vez más el pasado 24 de mayo en Barcelona.

Una exhibición de más de dos horas donde ofreció un recital con lo mejor de su carrera discográfica: Que el cielo espere sentao, Calle Pantomima, Loco, Un violinista en tu tejado, Como una vela, Piratas del mar Caribe, Barbie de extrarradio… y  otros temas que arrancaron del “coach” más querido confesiones más personales como Autofotos, Por amarte tanto, Cierra los ojos, o la Tortura de Lyss. Aunque había más  Barbies que Kents,  -4400 personas se acercaron al Sant Jordi Club, al día siguiente ofreció un segundo concierto, también entradas agotadas-  supo buscar la complicidad del público masculino para explicar su dolor más primitivo, el de Mi primer beso. Solo algo más compartía esa condición de ser su primera, y es su banda, la que le acompaña desde Sin Noticias de Holanda, que lo subió como la espuma hace ya una década.

Su director musical Jose de Castro, “el que mueve los hilos” movió las cuerdas de su guitarra con gran maestría, deleitándonos con dos solos de nota más que alta. Con la misma garra se mostraron el resto de los músicos: Javier Sánchez y Carlos Rufo a las guitarras, Alex García al bajo y Enzo Filippone a la  batería.  Una formación muy guerrera que este año se ha vestido con más prestancia y solera incorporando un hermoso piano de cola tocado por Luca Germini. Además, el universo Melendi se ha sofisticado: luces de colores entran en escena Con la luna llena que proyecta imágenes para recrear las letras.  El que De pequeño fue el coco recurrió a Billy el pistolero para demostrar su lado más Extremoduro y se armó la de Dios y Cristo. Todo fluyo en armonía salvo algunas interrupciones que se vio obligado a hacer para que atendieran mareos, acaloramientos… ¡Caray con el asturiano!,  además de cantar e interpretar,  todo un  Aprendiz de Caballero,  todo es Cuestión de prioridades y primero es la salud: “chicos por favor, allí, más agua”. Salvado el percance, señalaba Volvamos a empezar. Y no hubo problemas,  sus guerreros siguieron entregándole un incondicional Cheque al portamor aunque en el último álbum haya Plantado un jardín con enanitos.

Lo que estuvo claro allí es que sus canciones  han clavado una bandera de locura en muchos corazones y que Con solo una sonrisa  llenó el estadio de pasión, sabor y ternura. El público catalán, siempre algo más comedido, no le defraudó y el de Oviedo supo estar a la altura: “Gracias Barcelona, por vuestros aplausos, por vuestros silencios, por vuestras sonrisas, por vuestras Lágrimas desordenadas”.

EXTROMODURO. Temas como ‘Arriba Extromoduro’ o ‘Billy, el pistolero’ sacaron de la recámara al Melendi más  cañero siempre dispuesto hacer maldades

http://barnafotopress.com/2013/05/27/melendi-pide-a-la-luna-que-nos-alargue-esta-noche/
 

miércoles, 17 de abril de 2013

La indiferencia, es un castigo

TODOS TENEMOS UN LÁTIGO DE INDIFERENCIA

Ser indiferente al sufrimiento es lo que deshumaniza al ser humano. La indiferencia es más peligrosa que la ira y el odio.  La indiferencia no es una respuesta. La indiferencia no es un comienzo; es el final. Por tanto, la indiferencia es siempre amiga del enemigo, puesto que beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica cuando la persona se siente olvidada.
Sigmund Freud consideraba  que lo contrario del amor no era el odio sino la indiferencia. Si lo pensamos detenidamente, podríamos comprobar  que el amor y el odio están tan íntimamente ligados, que efectivamente en ocasiones incluso se complementan.
Mientras la indiferencia se define como “aquello que no despierta ni interés ni afecto”, el odio según el diccionario, indica una “antipatía y aversión hacia alguna persona o cosa cuyo mal se desea”.

Pero, ¿por qué  nos causa un dolor infinitamente mayor, que nos ignoren, o que no muestren interés hacia nosotros,  antes que el dolor de soportar la ira o el castigo? 

Cuando esperamos un mensaje, una llamada, una cita y esta espera se prolonga, nos sentimos vulnerables, transparentes y ajenos de afecto o interés. La indiferencia nos daña y nos desespera. Sin embargo cuando odiamos a alguien, (ex pareja, compañero, familiar, etc. ) tal vez nuestra mente todavía encuentra razones para estar pendiente, para dedicarle en parte, un pequeño gesto o demostración  de sentimiento o resentimiento, pero, una muestra atención al fin.

La indiferencia cuando es real y verdadera, es realmente cruel, un sentimiento estéril ajeno a todos cuantos principios morales son dignos de conservar. Cuando comprobamos que ante  la mentira, la tortura, la hambruna y miseria, los desahucios, el abuso, el daño, el sufrimiento, el robo, se mantiene y predomina la indiferencia, es que peligrosamente las victimas de todo ese dolor están quedando olvidadas.

Indiscutiblemente, solo quien ha padecido indiferencia, sabe que es una  herida profunda para el corazón. Que para conservar nuestro amor propio, sería bueno aplicar lo que escribía Amado Nervo: “Quiero a la que me quiere y olvido a la que me olvida”

http://lamenteesmaravillosa.com/todos-tenemos-un-l%C3%A1tigo-de-indiferencia